Tuesday, January 11, 2005

Moviendo al progreso...pero hacia donde?

Transportar, facilitar la locomoción y conectar gentes, pueblos y oportunidades son todas actividades que forman parte de sociedades que sin ir mas allá de lo imprescindible; transmiten la realidad local, y sirven como el pilar del desarrollo en cualquier nación. Después de las fiestas navideñas que tuve el placer de pasar por allá, en aquel pedacito de cielo llamado Guatemala; me dio por analizar la coyuntura del transporte publico, el gobierno y la población en general.

Es indudable la necesidad del transporte en cualquier nación, ya sea en una nación desarrollada, o en una en vías del desarrollo como lo es Guatemala. Independientemente del modo de transporte, y de la efectividad de aquel, siempre es necesario ir de un lugar a otro, y más aun si se quiere mejorar el status-quo. En nuestro caso en particular, el transporte colectivo juega un papel fundamental en nuestro desarrollo. Con esto y todo, se me hace bastante difícil asimilar el desdén y la apatía de nuestro gobierno en la problemática del transporte en Guatemala, así como la irresponsabilidad por parte de los transportistas que controlan la locomoción en el país, así como la de los chóferes que actúan como mercenarios a favor de los transportistas.

Una cosa es imprescindible en Guatemala, y esa es un modo de transporte colectivo efectivo, seguro y del cual se pueda escalar. Mi impresión personal sobre el transporte colectivo en Guatemala fue la de un misionero en Afganistán. Es bastante bochornoso saber que en Guatemala se maneja este tipo de negocios, que al lado de ser un lucro para los transportistas, ponen en riesgo la vida y la integridad de la propiedad publica en todos los puntos cardinales de la tierra de la eterna primavera.

Pero vamos por partes. En primera, el servicio de transporte publico en Guatemala es deficiente, descontrolado, lento, inseguro, nocivo para la salud, no es escalable, y poco o mucho no trasciende como el modo de transporte que necesitamos. Hay una gran responsabilidad por parte del gobierno en todo esto, y es que prácticamente en el resto de la nación—pues no tuve oportunidad de analizar todo esto en la capital—el transporte publico actúa “impune” ante el publico. En lo que llevo de vida, y créame que en tres ocasiones esta parecía llegar a un inminente fin a manos de chóferes de autobuses sin escrúpulos, no he visto a un solo policía, patrulla, oficial, motocicleta, tanque o como quieran llamarle a la autoridad en nuestro país, parar y sancionar a un solo conductor de autobús. Sin importar los riesgos y el peligro en el que estos mercenarios o chóferes del mal ponen tanto al pasaje como a otros conductores, nuestros policías (los pocos que he visto en mis viajes últimamente a Guatemala) se dedican a “transitar” en las calles, sin siquiera en una ocasión tomar a estos conductores y someterlos a la autoridad. A veces he llegado a pensar que en Guatemala no existen leyes en contra del abuso de estos chóferes de camionetas en Guatemala.

En si, el transporte se debe re-estructurar por completo. No es funcional, y a pesar de que transportan a la gente a diario, a la larga va a ser el mismo transporte publico actual quien obstáculo el progreso y el desarrollo de maneras más efectivas para transportarnos. Esto se podría compara con una mafia, de la cual pocos se han enriquecido, y en su camino han retrasado el progreso del transporte publico en Guatemala. Quizás nos falte mucho para llegar a tener un método de transporte colectivo de primer mundo, sin embargo es importante señalar que parte de nuestras deficiencias como nación incluyen en no actuar contundentemente y atacar aquellos males que nos aquejan, y que poco a poco se llevan en sí vidas inocentes y posibilidades de progreso.

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